
Hay inventos que se vuelven metáforas. El Bambi Bucket de Don Arney—ese gran cubo naranja que cae desde el cielo para apagar bosques—es una de ellas. Nos inspiró por su sencillez que funciona bajo presión, por su manera de convertir una maniobra compleja en un gesto repetible, y por la ética de servicio que hay detrás: estar listos cuando el día es malo. Por eso, cuando hace años escribimos a Don, no buscábamos una fórmula mágica: buscábamos dirección. Y él nos la dio con dos ideas tan sencillas como decisivas: licencien con quien ya sabe fabricar y distribuir y piensen con claridad todos los días. Desde entonces, en DTM repetimos ese consejo como un mantra.
VIDEO: Bomberos trabajando en combinación con helicopteros-cubo Bambi
Nosotros vivimos la seguridad desde el lado íntimo: la casa. En cada actuación aprendimos que el humo no se comporta como nos gustaría; no viaja “en vertical” obediente al techo, se abre paso en horizontal por pasillos, puertas y huecos, y se vuelve impredecible cuanto más lejos está de la sala de incendio. Ese hallazgo—documentado por los experimentos de campo de 2019 en edificios residenciales con pasillos internos de la Academia de Bomberos de los Países Bajos Brandweeracademie —nos confirmó lo que veíamos sobre el terreno: cuando se abre una puerta, el corredor pierde condiciones de escape casi de inmediato y el resto del edificio entra en zona de riesgo. Si el humo viaja así, la prevención tiene que viajar con él.
Ahí nace DTM. No como “otro detector”, sino como un salvavidas para el hogar que te invita a reconsiderar dónde y cómo proteger a tu familia. Pensar diferente significa replantear la fabricación para reducir puntos de fallo y, sobre todo, reposicionar la protección hacia las rutas horizontales donde el humo corre de verdad: pasillos, zonas de circulación, puertas que separan vida de peligro. DTM quiere acelerar justamente eso—los procesos de reflexión y reconsideración—para que el primer indicio se convierta antes en decisión y la decisión en acción.
DTM marca la diferencia. Si el humo recorre el edificio en horizontal, el detector que solo piensa “en vertical” (techo-centrismo y puntos fijos que no consideran el flujo por pasillos, puertas y zonas de circulación) llega tarde. DTM replantea posición y cobertura con lógica de corredor, punto de fuga y trayectorias previstas, permitiendo desplegar protección donde discurre el humo y no solo donde lo manda la tradición. Nuestra misión no es contrariar la norma, sino superarla con criterio de campo: cobertura en rutas horizontales, avisos escalonados y diseño que anima a reubicar el dispositivo según cambian los usos de la vivienda (obras, mudanzas, nuevos muebles, nuevas personas). Si el fenómeno es “impredecible”, la solución debe ser adaptable.
La relación con Don nos enseñó también a proteger bien para poder compartir mejor. Como titulares de patente en EE. UU. (expediente US 15/574,341), asumimos la responsabilidad de cuidar nuestro “vallado” con rigor. En lenguaje sencillo: si alguien fabrica, usa, vende, ofrece o importa un producto que invade nuestras reivindicaciones (35 U.S.C. § 271), defenderemos la innovación; y, si hay encaje honesto, licenciaremos para llegar más lejos. Porque de eso trata la prevención: de que las buenas ideas lleguen a tiempo y con calidad.
Volvemos al Bambi para cerrar el círculo. Ese cubo naranja no solo apagó incendios; cambió una cultura. Nos recordó que la seguridad es un sistema: producto sencillo, servicio que lo mantiene listo, y una comunidad que confía. Esa es nuestra promesa con DTM: llevar al hogar esa misma ética de disponibilidad, con un diseño que se adapta a la realidad del humo que viaja y a ciudades que cambian. Que la prevención sea cotidiana, amable y eficaz.
A Don Arney le debemos más que un intercambio de correos: le debemos una metodología. DTM es nuestro juramento de fuego: diseñar con serenidad, proteger con rigor y llegar allí donde importa—al pasillo por donde corre el humo, a la puerta que hay que mantener cerrada, al segundo que decide una vida. De los cielos al salón, la misión es la misma: que, cuando todo arde, la innovación esté lista.

Don con su helicóptero «Gizmo» al fondo.
Y antes de despedirnos, un gracias sincero a Don Arney y su empresa por todos estos años de dedicación y excelencia. En 2024 fue adquirida por TransDigm Group por alrededor de 170 millones de dólares; desde aquí deseamos que, bajo su nuevo paraguas, no se pierdan la esencia ni la calidad que convirtieron al Bambi Bucket en sinónimo de confianza. Que esa misma esencia sirva de faro para que, juntos, sigamos elevando la prevención—del cielo al hogar.

Sueño: DTM saliendo del Bambi Bucket hacia todas las puertas de los hogares.
Thank you, Mr. Arney
Equipo DTM.